Una parada en el camino

Una parada en el camino

Carta en el Día Mundial Por la Libertad de Prensa

« CARTA DE UNA ASPIRANTE A REPORTERA POR EL MUNDO A UNA GRAN PERIODISTA, CARTA DE UNA AMIGA »

Querida amiga,

Ayer, día 3 de Mayo de 2015, se celebró el Día Mundial por la libertad de prensa. Una fecha, deseo y confío, presente en tu corazón y en el pensamiento del periodismo local e internacional. La libertad de expresión y de prensa, el pilar sobre el que se fundamenta tu profesión, tu modo de vida. Lamentablemente, en muchos países del mundo, los pilares sólidos son demolidos brutalmente en la práctica del periodismo y de la libertad de expresión.

Antes que nada, quiero felicitarte, amiga, por dar voz, ser el bolígrafo que escribe sobre aquellos y aquellas que tienen mucho que contar, experiencias que compartir con el mundo y no pueden, mientras otros y otras deben, pero callan. Ayer fue tu día.

Coincidiendo con esta fecha, la ONG internacional Reporteros sin Fronteras, celebró un acto en el Caixaforum de Madrid, poniendo el acento en la reivindicación para la liberación de periodistas encarcelados en todo el mundo, exigiendo libertad en el ejercicio de su profesión.

Tú no pudiste asistir, amiga, pero yo sí.

Por eso, hoy quiero ser tu voz para contarte lo que vi y experimenté, transmitirte testimonios de colegas que necesitan expresar, compartir, reivindicar, contar, ser la voz a su vez de otros que han sido callados violentamente.

Reporteros sin Fronteras, de la mano de su presidenta en España Malén Aznárez se arropó de grandes periodistas del panorama nacional de la talla de Mara Torres, presentadora de Informativos en La 2 RTVE y Javier del Pino, quienes condujeron el acto.

No estuvieron solos. Numerosos colegas de la profesión quisieron apoyar con su presencia el trabajo sin descanso de esta ONG, recordando los nombres e historias de aquellos compañeros presos por ejercer su oficio, « que sus casos no se desdibujen y que los barrotes no los condenen al silencio ».

Pero quizás los momentos más emotivos para la audiencia, o al menos para mi, fueron los compartidos por compañeros periodistas venidos desde fuera de nuestras fronteras: Ruanda y México, para dar testimonio de primera mano de las amenazas y los abusos cometidos en sus personas, por el simple hecho de hacer su trabajo.

Me estremezco al escuchar la voz calmada y pausada de Saidati Mukakibibi, periodista ruandesa y directora del periódico Mont Jali News, quien pasó 3 años en prisión, por escribir que hutus y tutsis son personas iguales. Saidati nos contó como tuvo que convivir con los asesinos de su familia en la misma celda, añadiendo aún más sufrimiento a su condena.

Me vuelvo a estremecer al escuchar la voz de Epiphanie Ndekerumukobwa, refugiada ruandesa en España, después de que el gobierno asesinara a su marido periodista Jean-Léonard Rugambage, delante de ella y de su hijo de 2 años, por una investigación que nada gustó al presidente del país, Paul Kagame.

Me estremezco otra vez al escuchar el testimonio de Balbina Flores, periodista y corresponsal de Reporteros sin Fronteras en México, amenazada de muerte por narcotraficantes, para quien su vida ha cambiado radicalmente al tener que hacer todos y cada uno de sus desplazamientos diarios con escoltas ante el temor de que un día la violencia se materialice en su persona.

Y ante estos testimonios desgarradores, reflexiono amiga, en tu « suerte », en nuestra posición acomodada en esta burbuja de aire de país donde residimos. Que aquí, en España, también se sufren numerosos ataques a la libertad de prensa. Pero por mucha Ley Mordaza, ruedas de prensas sin derecho a preguntas, censura en plena democracia y manipulación de la información en los múltiples casos de corrupción de nuestros gobernantes y sobre todo, la infravalorización de la profesión del periodista (no quiero ni mencionar la situación del fotorreporterismo), aquí amiga tienes « suerte », por el momento no pagarás con tu vida ni serás privada de tu libertad por informar.

Saidati, Epiphanie y Balbina pudieron estar aquí, con nosotros, para compartir su lucha por un periodismo libre y transparente y el derecho del pueblo a la información, derecho universal para el cambio, la denuncia de abusos y desarrollo de una sociedad. Sin embargo, 334 periodistas están encarcelados hoy en el mundo por informar y no pudieron estar con nosotros.

Entre ellos, sonaron los nombres del periodista mexicano indígena Pedro Canché, del sirio Mazen Darwish, el blogero iraní Raif Badawi, el periodista egipcio Mahmoud Abu Zied, el ruso Sergei Reznik o la boliviana amenazada de muerte Escarley Pacheco.

Todos ellos, cada una de sus historias, los motivos de su encarcelamiento tan difíciles de creer para esta sociedad del siglo XXI contadas a través de las voces de colegas españoles Nativel Preciado, Hilario Pino, Alicia Gómez Montano, Rafael Panadero o Lara López, sus padrinos y madrinas a nivel mundial a través de Reporteros sin Fronteras, quienes se ocupan de dar voz, de que su nombre no caiga en el olvido, de exigir a sus países la celebración de un proceso justo y de un juicio transparente, de que el mundo está con ellos. No están solos en su lucha. El mundo quiere información libre.

Acostumbrada a escuchar fugaz y frívolamente este tipo de historias en medios de comunicación, la realidad apabullante y violenta que parece lejana, de repende se presenta con nombre y apellidos a tan solo 3 metros de distancia entre mi y un escenario. La indiferencia es el peor de los terrorismos. No podemos no hacer nada.

Amiga, quiero acabar esta carta con las palabras de la gran cantante de Guinea Conakry Nakany Kanté, quien nos cantó « Saramaya » : éxito. Éxito en la energía positiva que generamos en nosotros mismos y compartimos con nuestros seres queridos en el camino hacia nuestros objetivos en la vida. Porque en un mundo en el que se pone trabas a la información, aún podemos comunicar con un lenguaje universal : la música.

Para más información sobre la labor de Reporteros sin Fronteras visita http://www.rsf-es.org.

El fútbol a Sol y Sombra, de Eduardo Galeano

Muchos son los escritores que han tratado el fútbol sin que eso suponga desmerecer su intelectualidad. Algunos creen que lo literario puede estar reñido con algo tan banal como el fútbol.  Pero al fin y al cabo, está presente en la vida de casi todos, queriendo o sin querer. Con más o menos pasión, incluso odiándolo, pero no se puede decir que el fútbol no forme parte de nuestro barrio, nuestro pueblo, nuestro país, nuestra sociedad y nuestro mundo. Hablar de ello no debilita al culto, sino que ayuda a entender esta sin razón, este sentido de pertenencia, los comportamientos que a veces adoptamos cuando el fútbol está de por medio. De hecho, Eduardo Galeano dijo en una entrevista: «Culto no es aquel que lee más libros. Culto es aquel que es capaz de escuchar al otro». Y si escuchas al fútbol, escuchas al pueblo, Y el fútbol es el pueblo.

Que se lo digan a Uruguay, el país más pequeño en ganar un Mundial, ese paisito que a veces tiene al fútbol como sentido básico de existencia.

«Todos los uruguayos nacemos gritando gol y por eso hay tanto ruido en las maternidades, hay un estrépito tremendo. Yo quise ser jugador de fútbol como todos los niños uruguayos. Jugaba de ocho y me fue muy mal porque siempre fui un .pata dura. terrible. La pelota y yo nunca pudimos entendernos, fue un caso de amor no correspondido. También era un desastre en otro sentido: cuando los rivales hacían una linda jugada yo iba y los felicitaba, lo cual es un pecado imperdonable para las reglas del fútbol moderno.»

El fútbol a Sol y Sombra, Eduardo Galeano

El Fútbol a Sol y Sombra es una profunda denuncia sobre la situación en la que está el fútbol y a la que ha llevado el profesionalismo y el fútbol como una cuestión mercantil. Los futbolistas se presentan como siervos de este negocio. Porque Galeano seguía creyendo en el fútbol por el fútbol, donde prima la diversión más que el resultado, donde se apuesta por un juego ofensivo, lleno de gambetas, con atrevimiento, goles y alegría. Ahora es tan sólo “un certamen de velocidad y fuerza, que tiene por combustible el pánico a perder, un triste viaje del placer al deber”, donde queda mendigar “una linda jugadita, por amor de Dios”.

Dice que el fútbol a ha pasado de ser un juego a un espectáculo, y de ahí a un negocio, una industria. Como la industria de exportaciones de futbolistas. Hay una crítica y un anhelo constante al juego porque sí, pero aunque cueste, se reitera ápices de esperanza: “Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que se sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad”. Se vale de los Mundiales para hacer un repaso por la historia, con esa connotación intrínseca social y política que tiene el fútbol.

Aquí algunas de las atribuciones de Galeano a los conceptos más básicos del fútbol:

El futbolista: juega por el deber de trabajar y tiene la obligación de ganar o ganar. Cuanto más éxito tiene, y más dinero gana, más preso está. Entonces, ¿es ahora el futbolista preso de la pelota, como una cárcel de amor redonda?

El arquero es “un mártir, un penitente o payaso de bofetadas. Aguarda a solas entre los tres palos, su fusilamiento”

El ídolo: “La pelota lo busca, lo reconoce, lo necesita. En el pecho de su pie, ella descansa y se hamaca. Con él los nadie, los condenados, pueden sentirse algo. La estrella acaba su viaje en un apagón, y a veces cuando cae, el resto les devoramos los pedazos”.

El hincha: puede compartir eso de ‘somos los mejores’ de forma conjunta, hablar en plural, formar parte de un grupo. “Jugar sin hinchada es bailar sin música”. Alaba al hincha pero condena al fanático, al que define como el hincha en el manicomio.

El gol: es el orgasmo del fútbol. Y como el orgasmo, en esta vida moderna es cada vez menos frecuente.

El árbitro es el tirano y el verdugo. Ejecuta un poder absoluto con gestos de ópera. Es la coartada de todos los errores, explicación de todas las desgracias, los hinchas tendrían que inventarlo si él no existiera. Cuanto más lo odian, más lo necesitan.

Metáfora del fútbol con el teatro  y la guerra. El fútbol como una guerra danzada. Con hombres que son guerreros de un pueblo o nación que combaten con rivales, con estadios que son castillos, donde en lugar de bombardeos hay pelotazos y donde el área es la zona de peligro.

¿El opio de los pueblos? ¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales. Poseída por el fútbol, la plebe piensa con los pies.

Realiza alusiones a los grandes nombres de la historia del fútbol, como Zamora, Samitier, La Máquina (la delantera de River Plate de principios de los 40, formada por Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau y que siempre idolatró el mismísimo Alfredo Di Stéfano….

La chilena: 1927 cuando el club Colo-Colo de Chile viajó a Europa y el delantero David Arellano la exhibió en los estadios de España. Los periodistas españoles bautizaron esa acrobacia como ‘la chilena’.

Las fuentes de las desgracias (Supersticiones) Ejemplos:

Bilardo, como DT de la Selección en el 86 y 90, no permitía a sus jugadores comieran carne de pollo, que les daba mala suerte.

Silvio Berlusconi: prohibió cantar himno del club porque provocaba ondas maléficas que paralizaban las piernas a los jugadores.

Freddy Rincón: en el Mundial del 94, un profeta de su tierra le dijo los resultados del torneo y se cumplieron, incluso le dijo que se rompería una pierna si no tenía mucho cuidado.

Talismanes y conjuros: cuenta que Pablo Hernández Coronado, cuando el Real Madrid amplió su cancha, pasó 6 años sin ganar la liga, hasta que un hincha enterró una cabeza de ajo en el centro del campo. Luis Suárez, del Barça, no creía en supersticiones pero sabía que iba a meter unos cuantos goles cada vez que se le derramaba el vino en la comida.

Maracanazo: De esa hazaña uruguaya destaca dos nombres: Obdulio y Barbosa.

Obdulio fue el autor del primer gol de Uruguay. Esa noche la pasó abrazando a los vencidos brasileños, de bar en bar, tomando cervezas, sin que nadie le reconociese. A la mañana siguiente en el aeropuerto, donde le esperaba la multitud, se disfrazó de Humphrey Bogart. La prima le dio para comprarse un Ford del año 31 que le robaron a la semana siguiente.

Barbosa: portero de Brasil. Nunca fue perdonado. En 1993 quiso ir a ver a los jugadores de Brasil a desearles suerte y las autoridades brasileños le impidieron la entrada. Vivía en casa de la hermana con una miserable pensión. “En Brasil la pena mayor por un crimen es de 30 año de cárcel. Hace 43 años que yo pago por un crimen que no cometí”.

Di Stéfano: “Todo el campo de juego cabía en sus zapatos. La cancha nacía en sus pies, y desde sus pies crecía”

Las lágrimas no vienen del pañuelo, es decir, que como ocurre con la religión, con la patria y con la política, muchos horrores se cometen en hombre del fútbol, como cuando en 1969 estalló la guerra entre Honduras y El Salvador. En las eliminatorias para el mundial del 70, hubo hasta muertos entre hinchas de esos dos países y la llamaron ‘la guerra del fútbol’.

Nada mejor que el Mundial del 2010 para epílogo de su obra. Cuando “ganó España gracias a un fútbol solidario, uno para todos, todos para uno, y por la asombrosa habilidad de ese pequeño mago llamado Andrés Iniesta”. Y era eso, el futbol solidario del que se enamoró Galeano cuando, siendo hincha de Nacional, aplaudía al jugador de Peñarol que se atrevía a amar desinteresadamente un balón.

 

El miedo y la casa del lago

He tardado en volver a escribir y no porque tuviese cosas mejores que hacer, sino todo lo contrario. Pero antes tenía que tomar la decisión más importante: hacerlo pensando en que nadie me iba a leer.

Tengo miedo, no a que me juzgues. Tengo miedo, por ejemplo, a no saber explicarte qué me atormenta. ¿Ves? Utilizo el yo yo yo y sin embargo aquí estás tú, estamos todos. Quizás lo único que nos diferencia es cuánto nos delimita. El que mejor midió el tiempo, el profanado Borges, decía que siempre nos encontramos en el medio, como esclavos, entre el pasado y el futuro. Pero es ahí, en ese margen impersonal donde flotamos. Tengo miedo a lo de antes, por si deseo que vuelva y no consigo hacerlo. Me asusta el día en el que mi hijo me pregunte qué fue lo mejor que hice con o en mi vida. Entretanto, no soy madre, porque a veces pienso que mi cuerpo no se merece que lo castigue y deforme durante 9 meses. Tampoco mi hijo se merece una madre como yo, a veces incapaz de amar diez horas seguidas. Seguro que le reñiría por jugar a juegos absurdos, por llorar cuando le dejo solo y por no saber cocinarle como las mamás de sus amiguitos. Detesto cocinar un filete, un huevo, un plato de lentejas. Así, de uno en uno… Siempre pienso que los mediodías en casa y la nevera es el mejor reflejo de mi vida entera, o de cualquier soltero, y este fin de semana sólo quedaba la cerveza que empecé el jueves. De repente otros días me da por creer que sería la mejor mamá del mundo. Con muchos bebés descalzos corriendo por el jardín, de los que aprenden pronto a escribir y antes a leer. Niños de buen comer, que sonríen mucho y se conforman con poco. Imagino cómo serían sus caras y regresa el miedo, el mismo que me genera pensar que mis santos padres pueden sentirlo por mí. No entiendo por qué cuanto más independiente, más necesito, al menos, su aprobación. Sus buenos ojos frente a los míos, inconformistas y tristes. Ya lo sé: me da miedo que ellos me teman y un día tenga que darles la razón.

Así que entre esta nebulosa que ni tuya ni mía ando yo, espantada por esas ilusiones que no espantan. Es como un estado de congelación al despertar, empieza en el dedo gordo del pie y sube hasta mis manos quietas, mientras la cabeza sigue girando y queriendo saltar. Tengo miedo a que nada me dé miedo, que de repente el mundo se detenga y yo con él. Que esta intensidad que me incita, me conmueve, me pone y me empuja, ya no me dé vuelta. Me da miedo que pase el tiempo y no me encuentre donde quiero estar, como si este temblor no me llevase allí donde quiero ir. También tengo pánico a preferir a Jodorowsky antes que a Bukowski. Eso me asusta mucho, casi tanto como el quiero y no puedo, aunque eso más bien me da repugnancia. Es la cobardía del cinismo, del mediocre quejoso que vive muerto. No es que uno pueda conseguir todo lo que quiere, como prometen los ensayos baratos de autoayuda. Si fuera así, yo estaría ahora escribiéndote desde una casa frente a un lago, que sería mía, y que pagaría gracias a los que compran mis libros. Pero no lo estoy porque los ahorros no me alcanzan para un fin de semana en la Sierra de Madrid, ni quiero abandonar la intimidad de mi piso compartido, ni tengo talento para que me lean. Menos aún para que paguen por ello.

Al final hay ‘no quieros’ para todo y ‘te quieros’ para nada. Otra cosa que me asusta es extrañar todo eso que cada mañana me gustaría mandar lejos. Pero en verdad lo que me da terror son los que nos quieren robar los sueños: los que temen perder un trabajo, al qué dirán, a decir No a quien todos dicen Sí, al querer volver de donde te fuiste… Así que a los que creen que romper ataduras significa insensatez, les mandaría muchos abrazos. Y para los que perseguir una ilusión es tan sólo precipitarse al fracaso, les regalaría un pedazo de vida. Porque ellos, los que te llaman loco y te retienen, son sólo esclavos de su propia cordura. Y de su miedo. Pero por suerte el miedo está hecho para valientes, no para los que se detienen, viendo pasar su vida estando más pendientes de la tuya. La mía sueña con la casa del lago. Lástima que no sepa escribir.

LIBERTADORES DE SANGRE

La Copa Libertadores no es tan sólo el reinado de Independiente de Avellaneda en sus vitrinas; ni el sueño xeneize por ver a Boca otra vez campeón con Bianchi; tampoco la hegemonía de los equipos brasileños en los últimos años, ni el intercambio de viajes y culturas por los estadios latinoamericanos. Es mucho más que eso y mucho peor.

Cada vez son menos las páginas que ocupa La Copa de los mejores de América en los diarios europeos. Desgraciadamente sólo cuando algunos descerebrados deciden acompañar a sus equipos y protagonizar penosos incidentes con sus homólogos rivales, leemos lo de Libertadores junto a “heridos, detenidos y muertos” como si de una crónica en Siria se tratara.

El pasado jueves 21 de febrero, durante el partido entre el San José boliviano y el Corinthians brasileño en la ciudad andina de Oruro, Kevin Douglas Beltrán, de 14 años fallecía después de que un petardo impactara en su ojo. El artefacto fue supuestamente lanzado por hinchas del equipo visitante mientras celebraban el gol. Los propios aficionados del Timeo entregarán a los menores de edad responsables de la desgracia, que generó una fuerte reacción del gobierno boliviano y fue condenada por el ex presidente de Brasil, Lula da Silva.

Entierro del joven boliviano Kevin Douglas Beltrán

Entierro del joven boliviano Kevin Douglas Beltrán

El partido ha supuesto una sanción por parte de la CONMEBOL que impedirá que Corinthians dispute la competición con el apoyo de los suyos tanto en su feudo como a domicilio.

PALIZAS EN EL PEÑAROL- VÉLEZ SIN DETENIDOS

Dos detenidos, siete heridos y destrozos en el estadio Centenario y sus alrededores. Ese es el saldo de los incidentes registrados entre seguidores del uruguayo Peñarol y el argentino Vélez Sarsfield tras el partido que disputaron en la Copa Libertadores.

Durante el partido, los hinchas de ambos equipos comenzaron a lanzarse proyectiles y butacas. Curiosamente, en el lugar más conflictivo de la grada no había policías. Tras culminar el partido, algunos de esos hinchas de Vélez rompieron los vidrios de algunos y hubo balazos de goma en las inmediaciones del estadio. Pese a los graves incidentes que se produjeron dentro y fuera del estadio, la policía sólo detuvo a dos personas, pero en la previa del partido, no por los altercados producidos dentro del estadio charrúa. Se trataba de un hincha de Peñarol menor de edad, que habría agredido a oficiales de Policía, y un argentino, que sería liberado pocas horas después.

Hincha de Vélez en el estadio Centenario, Uruguay

Hincha de Vélez en el estadio Centenario, Uruguay

Poco importó el tanto de Pratto para los argentinos, único destello de fútbol que quedó en el olímpico estadio Centenario.

TIGRE: ASESINATO CON LA MISMA CAMISETA

Exigir, revender y beneficiarse de entradas es uno de los negocios más rentables para los radicales de los equipos que disputan la Libertadores. Esta vez fue el principal motivo de disputa entre la propia barra de Tigre, entre las facciones de “La 13″ y “Los de Pacheco”, que acabó esta semana con la vida de uno de sus integrantes.

Esta semana fallecía Adrián Alejandro Velázquez, de 40 años, tras sufrir un impacto de bala en la arteria femoral. Velázquez había resultado herido mientras esperaba el autobús que le conduciría al estadio Monumental, donde ese día su equipo se enfrentaba a River Plate. La justicia, que sigue investigando las relaciones políticas que mantiene la barra brava, ha imputado a dos hinchas. Se trata del líder de la barra brava de Tigre, Daniel Paz, alias el ‘Negro Fiorucci’ y de su mano derecha Abel Lavigna.

El diputado argentino Eduardo Santín ya había denunciado la presencia de barrabravas de Tigre en los incidentes producidos durante una de sus convenciones celebradas en diciembre, aludiendo que el líder de la barra de Tigre fue uno de los principales partícipes de las palizas que dieron a varios de los jóvenes allí congregados.

La amistad interesada entre políticos y barras bravas no es ninguna novedad. Que esta vez es la mágica y añeja Libertadores la que sale malparada, tampoco. Que las muertes más absurdas son las que rodean a un campo de fútbol, menos.

Amor en un taxi porteño

“La gorda siempre quiso ir a Europa” decía Mario Turano, o así pude leer que se llamaba en la placa de su licencia. La oscuridad se mezclaba con la lluvia en las lunas del auto. Sólo funcionaba uno de los limpiaparabrisas, Mario prefería manejar sin cinturón y había decorado su taxi con fotos de “la gorda” y de su hijo.

Las luces que se cruzaban a contramano me permitieron ver sus ojos. Eran chiquitos, no muy lindos, pero brillaban mucho. Podrían iluminar toda la avenida Santa Fe. Y si además hablaba de ella, una dulce humedad en sus retinas se confundía con los semáforos. “Le prometí a mi hijo que con la plata del juicio, recorreríamos España, Italia,… Uuuuh no sabés cuántas veces hablábamos de eso. Pero justo cayó enferma y una negligencia médica me la quitó. De un día para otro, ¿vos te imaginás lo que es eso? Entrar al living y que no esté, así, de a una… 40 años tenía la gorda. Mi hijo sale con los amigos, está de novio, la pasa bien. Pero yo la extraño cada día más”.

Apenas 25 pesos de carrera y ya supe de su dolor, ese que se clava en el alma y el tiempo no cura. Parecía que desde aquel 20 de marzo del 89 el tiempo no pasaba más para Mario. Se detuvo, le arrancaron su pedazo… “Al menos no ve lo que pasa en la Argentina. Esta Cristina nos está llevando para la mierda. Siempre discutíamos, ella me decía que el peronismo iba a traer malas consecuencias hasta para los nietos. Era más inteligente que yo, se recibió en abogacía; yo trabajé de periodista mucho tiempo pero me cagaba de hambre. Después compré este taxi y, la verdad, no me puedo quejar”. Asiente, mientras los dos observamos a esa gente que como soldaditos salen a la calle cuando se va el sol y buscan entre los tachos de basura algo que comer en el día. Es cierto, Mario no se queja porque eso ya lo hace medio país. Todas las mañanas tiene que cambiar su ruta porque las protestas cortan las calles de Buenos Aires: «¡Lo que se hubiese calentado la gorda en una de esta!”. Se ríe. Reconozco que me estremece cuando habla en pasado del amor de su vida.

Ella, Laura, se reencarnará en ese sueño europeo, en senderos de la Toscana visitando a los primos, en Madrid hay algún tío que aun vive: “nos escribimos cartas, al viejo le hace ilusión y eso que nunca nos vimos. Estuvimos a punto de viajar en el 2000 pero se vino el Corralito y nos cagaron. ¿Y los alemanes? Son tan bravos como dicen?”. Es momento de tirar de tópicos y de paso explicarle que los españoles trabajamos algo más relajados que los peones de Merkel. “Acá no importa nada, pero bueeee… Ya voy a ir a conocer”, me responde a modo de promesa. Sí, Mario se lo prometió, era el sueño de los dos y lo cumplirá. La llevará consigo, como me lleva a mí en su taxi.

No fueron 5 horas con Mario, apenas 20 minutos. Pero suficientes para no olvidar una mirada de amante ilusionado en unos ojos tan tristes. Antes de bajarme y pagar (por este orden), me advierte: “Tenga cuidado señorita, a los argentinos les gusta mucho las españolas pero acá por un celular te pueden matar”.

CON EL BOULEVARD DE LOS SUEÑOS ROTOS

Mi recuerdo a Chavela Vargas, por hacer de la fuerza la ternura… 

Sólo un día desde que te fuiste y ya se extraña a la dama de voz quebrada y canciones desgarradas. Se extraña a la diosa indígena que cantó con un rincón del alma. Un rincón lleno de naturaleza y pura vida costarricense, donde nació, pero con la angustia reconciliada que le provocaba su México, con esa relación de amor y odio que sólo los grandes amantes entienden. Después se dejó el corazón en Madrid, donde recibió la admiración de los más admirados. Nunca se olvidó de las calles de Buenos Aires y cantó a todos esos lugares del universo a los que ella, con sus brazos abiertos, sólo podía llegar. Decía Almodóvar en la presentación que le hizo en el Teatro Bellas Artes mexicano, donde le negaron su actuación durante años, que cuando Chavela abría los brazos no había escenario que la sostuviera. Yo me pregunto si ahora, cuando mire con esos ojos pequeños y añejos en el cielo, alguien podrá soportar el peso de su presencia. Porque Chavela lo llenaba todo, no sólo su gabán rojo que ahora sólo es un espectro vacío y triste. Llenaba cada palabra, aunque fuera una monosílaba, y cada silencio se clavaba en el pecho, como cuando Macorina suplicaba “ponme la mano aquí…”.

Chavela Vargas (1919- 2012)

Chavela creía que algún día se eternizaría en forma de lluvia. Una gota de agua, una lágrima, como esas cosas simples que devora el tiempo…. Pero el tiempo no te devorará a ti, Chavela. Aquí se queda el espíritu de la gata valiente. Porque todavía existen los novios que desean que todas las noches sean noches de boda y la amargura es menos amargura si la cantas tú. Y el corazón, sin duda, nunca pasa de moda. Pero ahora que todavía tu aroma sigue en este mundo raro, se siente esa soledad que dejas… “Los arroyos están secos, en las calles hay mil ecos que te gritan sin cesar”….
Cuando te cuenten que el llanto por tu partida llegó a ser ‘trending topic’, te reirás al comprobar que al final sí pasaron los años hasta el último trago. Pero tranquila, yo tampoco aprendí nada… Seguimos cayendo en los mismos errores… otra vez volvemos a brindar con extraños y a llorar por los mismos dolores… A mí ahora me duele el acto desvergonzado de artistas apoderándose de tus canciones, como si cualquiera pudiera cantarle a la vida y al amor incondicional como tú sabes. Como si alguien pudiera cantar llorando, decía Sabina…

Aún confusa, mezclo verbos en pasado y en presente para hablar de ti. Incluso armo frases con pedazos de tus letras. Será porque mientras escribo, suena tu melodía dolorosa y unos angelitos negros a los que nunca nadie cantó como quisiste, te vienen a buscar para que les pintes en el cielo.

Buen viaje, maestra, ojalá te vaya bonito…

 En el último trago

DE FÚTBOL Y SUEÑOS

Corría junio de 1978. Videla sembraba el miedo, teñía el cielo albiceleste de rojo sangre, arruinaba a las empresas, hacía llorar a señoras con pañuelos y culminaba con un desastre económico del que no se ha vuelto a reponer el pueblo argentino.
Pero entre esos sindicalistas asesinados, profesores detenidos, estudiantes con libros quemados y ojos hinchados, artistas exiliados, voces calladas y melenas cortadas, rodaba un balón… En cada vereda siempre un niño con zapatillas rotas golpeaba la pelota. Colgarla en un árbol le podía resultar casi tan trágico como una paliza a su papá. Alguien se la rescataba, recuperaba la sonrisa y seguía jugando hasta que la abuela le avisaba de que ya estaba lista su milanesa con papas. Mientras cenaba, veía a la Argentina jugar el Mundial del que, cómo no, era anfitriona. Ni la visita sorpresa de unos coches verdes en casa interrumpían los goles de Kempes. El nene lloraba de emoción después de ganar la final a los holandeses, como todos los argentinos. Lo que no sabía era que muchos derramaban lágrimas de dolor. Pero no importaba, en aquél momento todos festejaban lo mismo, podían gritar después de mucho silencio y salir a la calle sin temor a no volver a casa.
Durante 25 días todos los argentinos se olvidaron de la dictadura para alentar a la selección. Videla lo consiguió.

Hace apenas dos años, nosotros también ganábamos a los holandeses y 47 millones de gargantas se rasgaban con el gol de Iniesta. Mismo unísono, mismo júbilo. Y este domingo ‘La Roja’ arranca la Eurocopa precisamente contra Italia, quien consiguió cambiar el destino de España y creerse que podía pasar a cuartos. Después nos acostumbramos a pasar a semifinales, e incluso a ganar finales. Encima jugando bonito, con un equipo formado por unos futbolistas que despiertan las pasiones de jóvenes y no tan jóvenes. Casillas es nada más y nada menos, que el guardián de los sueños españoles, mientras que el debate Torres- Negredo- Llorente empaña las noticias de rescates bancarios. Durante este mes la adaptación de Jordi Alba y de Juanfran llenará tantos titulares como la de Linde al Banco de España. El buen rollo entre Piqué y Sergio Ramos representará el abrazo de catalanes y andaluces, y el estado de forma de Xavi sembrará más dudas que el 20% de paro. La lesión de David Villa duele como Bankia. Otros preferirán hacer como Sergio Busquets: no saber y no querer saber qué es la prima de riesgo. 489 suena más a goles conseguidos.

Esta vez de lo que se trata es de jugar a ser la mejor selección de la historia. Así que cuando lo único que triunfa en un país es el fútbol, no hay duda de que de aquí a principios de julio no habrá despidos, ni recortes, ni embargos, ni desahucios, ni indignados. Es el mes del ensueño, del que tocará despertar, pero para eso aún queda mucho. Ahora levantar esa Eurocopa es sinónimo de la evasión más absoluta. Y la más dulce.

A soñar se ha dicho…

DANIEL ZAMUDIO: LA SODOMÍA DEL SIGLO XXI

Daniel ZamudioDaniel Zamudio es la última víctima mortal que figura en los medios a causa de la homofobia que aún escuece en muchos de nosotros. Daniel era un joven chileno, de 24 años, homosexual. El pasado 3 de marzo recibió una brutal paliza por parte de unos neonazis, que tras golpearle brutalmente, cortarle una oreja, sellarle con una botella la cruz esvástica en su espalda y dejarle en coma durante varios días en un hospital, fallecía en las últimas horas. Ahora, de nuevo se reabre el debate en Chile, en el que aseguran que el 42% de los homosexuales reconocen haber sufrido ataques homófobos. Otros hablarán hasta de la herencia de Pinochet, de racismo indigenista (todavía hay muchos que creen que un chileno es un indígena no evolucionado) o de casos aislados neonazis.

Para tratar de buscar respuestas, prefiero no centrarme únicamente en Chile, por cierto: una sociedad avanzada, educada y que muchos de nosotros, los españolitos, deberíamos aprender de cómo un país puede reinventarse después una dictadura no tan lejana, de cómo los chilenos se han sabido sobreponer a las dificultades económicas, geográficas y sociales a lo largo de su historia. Y de cómo no hace falta invertir tanto en gastos militares para mantener a un país en paz y demasiado poco corrupto para lo que podría ser en su contexto.

En muchos países, crecen las libertades pero aumenta la homofobia. España no se libra, aunque fuésemos pioneros en la legalización del matrimonio homosexual y los gays formen parte de la vida pública e incluso política de este país. Sin embargo, según un estudio del Ministerio de Sanidad del gobierno español de 2010, hay todavía un 15% de personas en España que opinan que la homosexualidad es ‘una enfermedad’. Por otro lado, según el estudio, hay además un 17% de mujeres y un 23% de hombres en España que están ‘poco o nada de acuerdo’ con que la homosexualidad sea ‘respetable’. Incluso, la homofobia es especialmente grave contra los homosexuales extranjeros llegados a España en busca de aceptación, sobre todo desde Latinoamérica, en cuyo caso se une la xenofobia y el racismo.

Estadísticas aparte,  hace un tiempo, recuerdo, me encontraba en una sala con jóvenes balcánicos que trataban de aprender español. En uno de los ejercicios que propuse, bromeé con un tema en el que mencionaba a un homosexual. Los rostros de esos jóvenes, que apenas rozaban la mayoría de edad, cambiaron radicalmente. Mostraron efusivamente su malestar al insinuar que alguno de ellos podría sentirse atraído por su compañero. Se sintieron gravemente ofendidos, y se inició un debate de lo más candente. La mayoría defendía que los homosexuales son personas enfermas, algunos entendían y no estaban en desacuerdo con que los gays sufrieran insultos y abusos físicos, que jamás tendrían un amigo gay y que renunciarían a su hijo si reconociera su homosexualidad. Salí de allí preocupada. Como lo estoy hoy.

Surgió, cómo no, el tema de la religión en una sala plagada de protestantes. Yo jamás hubiese tratado de entender la homosexualidad a partir de una religión. Ni considero nunca que un gay sea sinónimo de promiscuidad subida en una carroza de colores. Y recordé aquello de “Una mentira contada mil veces, se acaba convirtiendo en una verdad”.

Volví a acordarme de ése episodio cuando en octubre del año pasado leía los duros enfrentamientos que se dieron en Belgrado, entre la policía serbia y los grupos radicales homófobos durante una manifestación por los derechos de los homosexuales en Serbia. Se saldaron con casi 250 arrestados, gran parte menores de edad. En aquél momento, La Unión Europea manifestó su preocupación por lo que considera «una falta elemental» de tolerancia de los derechos de las minorías en Serbia y la «ineficiencia» del Estado en la prevención de esta tendencia.

Lo que más me llama la atención es que estoy segura de que la gran mayoría ni sigue cualquiera de sus dogmas religiosos tan a rajatabla ni tiene influencias de discípulos de Freud. Sin embargo, esos chicos defendían con uñas y dientes esa personalidad perversa, enferma e inferior del homosexual. Uno de esos discípulos freudianos, Alfred Adler, recogía en su ensayo “El problema de la Homosexualidad” (1917) ese concepto de inferioridad: “La homosexualidad se manifiesta como un intento de compensación fallido en los sujetos que tienen un evidente complejo de inferioridad”. Podríamos hacer memoria y remontarnos al krausismo, pero suena pedante y prefiero quedarme en este 28 de marzo de 2012. En este siglo, en el que a veces la doctrina católica nos confunde cuando mantiene el sexo sólo como un hecho procreador, al resto como una actitud pecaminosa y a los homosexuales  como ‘desviados con carencias afectivas’.

Y yo, que pensaba que nos habíamos olvidado de lo despectivo que sonaban “los violetas” en época franquista; de la homosexualidad en época Romana, donde importaba más quién resultaba ser pasivo y quién activo en esa lucha de poder, quedaba obsoleta en cualquier libro viejo… y que Montaigne vivía también entre la perversión y lo depravado cuando contaba las estrechas amistades de la alta sociedad de entonces. Y al final, hemos pasado de la homosexualidad como la elegancia snobista a las patadas salvajes que se llevó Daniel Zamudio.

El carro de Bielsa

Este post está dedicado a todos los que se suben al carro de Bielsa, como nueva tendencia cool futbolística de este país, y que no tardarán en bajarse en cuanto los resultados no acompañen en la Catedral. No importa, la idea del Loco permanecerá, y se le recordará por cambiar la idiosincrasia de un equipo hasta ahora admirado por su filosofía pero no tanto por su juego y atrevimiento. Bielsa ya cambió algo. Y ahora sueñan hasta en el Teatro de los sueños… porque el fútbol, como dice Don Marcelo, no son matemáticas.

Bielsa sabía dónde venía. Le convenció la estructura pequeña, hermética, ordenada y talentosa del Athletic. El día que pisó Lezama supongo que sentiría la satisfacción que uno tiene cuando tus sospechas se delatan.

Este post va dedicado también a los que recurren fácilmente a “Bielsa nunca ganó nada”. Bielsa quedó eliminado con Argentina a las primeras de cambio en el Mundial de Corea, cierto. Pero no me vale de nada el éxito en la albiceleste cuando lo más paradójico siempre acaba ocurriendo en esa selección. De todas formas, incluso de aquélla eliminación prematura y decepcionante, Bielsa sacó muchas ganancias. No todo es inmediato, a veces las mejores cosas requieren de un tiempito de cocción para que salgan bien ricas. Claro que ganó, que vayan a preguntar a Rosario… Allí pronto entendió que le iba a ir mejor de entrenador que de futbolista. Unos cuantos partidos en primera le valieron para dirigirse a Jorge Griffa y mostrarle su intención, y así fue. En 1990, con 34 años (siendo el entrenador de primera más joven de Argentina), se hizo cargo de un humilde Newell’s a punto del descenso. Logró hacerle campeón, imponiéndose al todopoderoso River Plate.

Lo mejor de aquel equipo era el grupo joven y prometedor que se la empezó a creer a base de disciplina, pese a la media de edad. La línea defensiva estaba formada por Fernando Gamboa (20 años), Mauricio Pochettino (19), Eduardo Berizzo (21) y Darío Franco (21). Después estaban Julio César Saldaña (23), Fabián Garfagnoli (21), Cristian Ruffini (19), entre los más jóvenes. Se trajo también a un joven Batistuta, que él mismo reconoció que Bielsa le enseñó lo que era el fútbol cuando “era algo que no me tomaba en serio”. De hecho, años antes, el técnico argentino se dedicó a recorrer 30.000 kilómetros por el país argento en busca de jóvenes promesas. Puso un gran circulito rojo en el lugar en el que encontró a un tal Gabriel Omar Batistuta.
En el Apertura ’91, el equipo finalizó antepenúltimo y se pensó que el ciclo del «Loco» había acabado. Pero no fue así. En 1992 el equipo resurgió más fuerte que nunca y acabó jugando la final de la Libertadores.

En 1998 salió campeón con Vélez y poco después llegaría por primera vez a nuestro fútbol. El Espanyol no fue un fracaso en la carrera de Bielsa, más que nada porque no tuvo tiempo y porque no le dejaron. Nada más aterrizar en el Espanyol, la ansiada oferta de la Selección de Argentina llegó a Barcelona. En el contrato con la entidad ‘perica’ figuraba que si esa oferta llegaba, Bielsa podría dejar el club, pero no se cumplió. Llegaron a un acuerdo y Bielsa se comprometió a continuar en el Espanyol hasta diciembre. Con más derrotas que victorias, Marcelo puso rumbo a Argentina ya en septiembre. Pero le dio tiempo a hacer algo que pocos recuerdan. Por aquél entonces, el Espanyol debía jugar la Intertoto y Bielsa decidió que fuese el Espanyol B de Paco Flores quien la disputara. Bielsa sabía que era la mejor forma de forjar la que en mi opinión, fue la mejor saga de jugadores que sacó el Espanyol de los últimos 15 años: Capdevila, Sergio González, De Lucas, Tamudo, etc. En aquella etapa también tuvo tiempo a fichar a Martín Posse, y a convertir a Iván Helguera en central. Ahora el Espanyol sorprende gratamente con su juego y resultados de la mano de Mauricio Pochettino, quien fuera jugador y aprendiz de Bielsa. Su vecino y ‘colega’, Pep Guardiola no dudó en viajar a Argentina para compartir un asado de 11 horas con Bielsa. En ese asado se soñó con convertir al FCBarcelona en el mejor equipo del mundo.

Después llegaría su amada selección argentina, que le partió el corazón y definió radicalmente el carácter del actual Marcelo Bielsa. En el 2001 se clasifica para el Mundial de Corea, la gran pesadilla de nuestro protagonista. Criticado hasta la saciedad por a veces considerar a Hernán Crespo y a Batistuta incompatibles en el once, la Argentina de Bielsa cayó eliminada en la primera ronda al empatar contra Suecia. Tuvo una pequeña revancha con el oro en las Olimpiadas de Atenas 2004, pero de poco sirvió. Bielsa cayó entonces en el ostracismo, se aisló durante 3 años en el campo a las afueras de Rosario y poco se supo de él durante su autoexilio. He ahí cuando Marcelo entendió la utilidad del fracaso, mayor que la del éxito. Antes, dejó esta frase:Acepto que soy el responsable, pero no soy un inútil. Le sirvió, como todo: “Los momentos de mi vida en los que yo he crecido tienen que ver con los fracasos; los momentos de mi vida en los que yo he empeorado, tienen que ver con el éxito. El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes. Si bien competimos para ganar, y trabajo de lo que trabajo porque quiero ganar cuanto compito, si no distinguiera qué es lo realmente formativo y qué es secundario, me estaría equivocando

Es entonces cuando Chile le rescata, el combinado que por entonces acariciaba los peores lugares del ranking mundial. Tras encerrarse en una pequeña habitación, alejado de su mujer Laura y sus dos hijas, su primer partido oficial como seleccionador chileno fue, por caprichos de la vida, contra Argentina en el Monumental de River. Ganó la albiceleste, un equipo que estaba aún empapado del juego implantado por Bielsa. Ese en el que atacan y defienden los 11. Ese que no espera la contra, en el que todos están en continuo movimiento, obligados a ganar independientemente de quién sea el rival. Me gusta especialmente su idea de ataque, cuando asegura que al fin y al cabo defender se reduce a 5 ó 6 pautas, pero que el fútbol ofensivo es infinito y requiere talento. Eso es lo difícil entonces: atacar. En Chile lo hizo y logró que se volviera a tener en cuenta el fútbol andino. Les clasificó para el Mundial, y durante la clasificación ganó a Argentina en Santiago de Chile, por cierto. Empezó la ‘Bielsamanía’, eso que tanto  incomoda a un tipo tímido, raro, solitario, receloso. A un loco lindo…

Entre otras cosas, consiguió implantar mano dura en una selección que se había visto envuelta en algún que otro escándalo extradeportivo. Convirtió las instalaciones de Juan Pinto Durán en un auténtico búnquer, fruto de la obsesión por la intimidad y a que le espíen. Se disculpó a su manera con la prensa diciendo que era “una lástima para profesiones ajenas pero que protege la propia”. Una conversación privada con Alexis Sánchez durante un entrenamiento que no tardó en salir a la luz, le dio la razón. Sólo se dejó ver cuando el terremoto acechó al país del que se estaba enamorando y apoyó sonadamente a las víctimas. El camino al Mundial fue viento en popa, pero en Sudáfrica perdió con España y luego en octavos con Brasil. ¿Fracaso? No. Bielsa, siempre fiel a sus principios, cumplió con la promesa de no continuar en  el cargo de seleccionador si el español Segovia se convertía en nuevo presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional de Chile (ANFP), en detrimento de Harold Mayne-Nicholls, mentor de Bielsa en la selección chilena (Algo así como si Astiazarán, Miguel Ángel Villar, Sandro Rosell y Roures se fusionaran y fuesen a dirigir la RFEF). Bielsa renunció y aún en Chile le lloran.

Más que demostrado está que nada de lo que hace Bielsa es en balde.  Su carácter obsesivo no le permite dejar ningún cabo suelto. No  es de extrañar que antes de firmar con el Athletic viera y revisara los vídeos de la temporada pasada una y otra vez, y se atrincherara en un hotel para armar una base de datos que sólo un loco puede reunir. Bielsa es consciente además de la importancia del grupo homogéneo, lo vivió en sus propias carnes como jugador, cuando en 1976 formó parte de una selección argentina que obtuvo la medalla de bronce en el Preolímpico con un equipo formado íntegramente por jugadores de Newell’s.

Un entrenador no es mejor por sus resultados ni por su estilo, modelo o identidad. Lo que tiene valor es la hondura del proyecto, los argumentos que lo sostienen, el desarrollo de la idea. No hay que juzgar la idea, sino el sustento”. Con eso me quedo yo y medio Bilbao, el resto supongo que atribuirá esta cita a un empalagoso discurso, un ‘chamullo’ argentino. A un afán por seguir alimentando al personaje de loco, y no digo que no, porque lo está. Por el fútbol, porque como dice él “Piensa en fútbol, habla en fútbol, lee en fútbol…” . Bielsa tiene asumido además que aburre a ‘cualquiera’, sobre todo en las ruedas de prensa, cuando sus respuestas pueden rozar los cinco minutos y los periodistas allí congregados empiezan a despejar la sala antes de tiempo. La relación que mantiene con la prensa forma parte de otro capítulo.
Portada diario argentino Olé tras eliminar al ManchesterCansado y temeroso de que se tergiversen sus palabras y trabuquen su imagen, hace tiempo decidió no conceder entrevistas a ningún periodista: ‘¿Por qué le voy a dar una entrevista a un tipo poderoso y se la voy a negar a un pequeño reportero de provincias? ¿Por qué voy a acudir a una emisora líder cada vez que me llame y en cambio jamás a una pequeña radio del interior? ¿Cuál es el criterio para hacer una cosa así? ¿Mi propio interés? Eso es ventajismo’. Ventajismo también los que ahora alaban a Bielsa y su “método”, la mayoría sin saber cuál es. Y a los que insisten en que no ha ganado nada, por lo menos vean al Athletic jugar. Pocos creían a principio de temporada en que pudiesen ganar la Europa League, así que si lo logran, los de las modas volverán a subirse al carro Bielsa. Hasta en Argentina se andan subiendo y piden perdón…

Para los de la mala memoria, acérquense al estadio rosarino que lleva su nombre. Por allí sigue resonando el cántico “Que de la mano del Loco Bielsa, la vuelta vamos a dar”, con un Bielsa a hombros, inmerso en la locura, agitando la camiseta de los ‘leprosos’, al grito de NEWELL’S CARAJO.

Sí, don Marcelo, el tiempo le va a dar la razón…

Muriendo en el camino

El tren sin destino de Argentina sigue sin tener parada. Va sin frenos desde que el ex presidente Perón privatizara el ferrocarril allá por los años 40, y su discípulo Menem continuara con su legado de seguir vendiendo el país. Desde entonces, un esqueleto con forma de vías representa la muerte agónica que vive el país argento.

El tren de la cordura, de la prudencia, y de la seguridad en Argentina ya se escaparon. Kirchner prometió hacerlo, pero murieron él y su intención. Mientras Buenos Aires llora, demasiadas subvenciones se reparten entre amigos, sin ningún tipo de control ni de mejora de la que fuera la infraestructura ferroviaria más admirada de Sudamérica. Porque hubo un momento en el que los argentinos llegaban a la estación porteña de Retiro orgullosos, tranquilos.

Accidente en la estación de Once, Buenos Aires

Pero ahora el tren de Sarmiento es sólo un símbolo, un espejismo macabro de lo que pretenden los políticos argentinos de cara a la galería: la incompetencia e ineptitud de los que quieren llegar primero. El resto, se la juega cada día viajando entre vagones, pasando frío en invierno y asfixiándose en verano. La mayoría para llegar a sus lugares de estudio o de trabajo,  dignas intenciones que cualquier día pueden convertirse en tragedia… Ése día saldrá en los periódicos, no en todos, y en los hospitales el número de víctimas mortales crecerá. Como el tren del olvido argentino, que ya no hay quien lo pare.

Señores políticos, dejen de hablar de Maradona y las Malvinas, hay mucho que hacer…